La unión del viento con una chispa ocasionó uno de los eventos más impactante que nuestro planeta ha experimentado. La tierra en fuego nos deja saber su sentir con el estado de nuestra relación con ella. El planeta habla y el ser humano debe escuchar. La interdependencia entre los seres vivos y el ambiente es permanente. Es decir, que esta conexión nunca ha dejado de ser. Simplemente el ser humano “moderno”, que busca mantener una división entre nuestro entorno natural y nuestra vida social, está viviendo una ilusión. Está viviendo una mentira que desafortunadamente podría llevar a la extinción de nuestro planeta.
Está muy claro que estamos viviendo un período caótico y de alta incertidumbre – momentos llenos de dudas y preguntas con pocas respuestas. Naturalmente sentimientos de ansiedad, tensión y frustración llegan a la superficie de nuestra conciencia y se manifiestan en nuestro estado físico, emocional y mental. Te duele la espalda, no puedes parar de pensar en el futuro incierto, recurres a la gratificación instantánea, en fin un palmar de de achaques se te avecinan.
Por décadas llevamos un ritmo de vida acelerado en donde el primero en llegar vale más, en donde la acumulación de bienes es aplaudida y la desigualdad residual es normal. Le damos valor a la eficiencia, a la productividad y nos olvidamos que el simple hecho de poder respirar aire limpio es fundamental para concebir cualquier estado idóneo. Pero hemos llegado a un punto inflexión. No se trata de cambiar el mundo si no que es momento de cambiar el enfoque. Somos seres llenos de luz y de energía y en donde pongamos nuestros esfuerzos es dónde se darán los frutos. Partiendo de esta premisa hay que establecer el diálogo y abrirnos a nuevas posibilidades que restauren las relaciones cósmicas entre los seres vivos.
Tenemos ejemplos vivos, vemos como organizaciones sin fines de lucro le dan la mano a comunidades que carecen. Personas que pasan sus días diseñando y creando planes para brindar ayuda aquel que necesita. Corporaciones que sacan de sus ganancias para brindar soporte a organizaciones que transforman esa ayuda en una acción humanística.
Alguien muy sabio dijo “es el uso que se le da a la herramienta lo que define el resultado.” Hay que utilizar la creatividad humana para crear soluciones que vayan en congruencia con él bien común. Hay que echar a un lado la avaricia, el egoísmo, el temor y la ignorancia y abrirnos al amor y a la humildad. Convertirnos en seres pacientes, que escuchan y aceptan, y llenarnos de compasión para vivir una vida con miras a disfrutar cada experiencia, valorando cada momento y admirando cada interacción.
La vida llena es una en donde se valora el momento mientras pasa no una en donde se pasa el momento para vivir ¿Realmente creemos que el propósito de la vida es simplemente trabajar para la acumulación de riquezas, mirar Facebook y darle “Like” a fotos y/o comentarios? La vida es muy efímera para pasarla tratando de cumplir con propósitos tan insignificantes. No se puede tapar el sol con la mano.