Capítulo 2: El Trauma

Joaquin Jose Torres Rivera, mejor conocido como ‘Joaco’, se crió en el barrio Sabana Seca del sector Rio Abajo en el pueblo de Toa Bajito. Desde pequeño fue un bonachón, un niño de carácter bondadoso que siempre andaba con una sonrisa de lao’ a lao’. Joaco era la vida de las fiestas familiares. Su padre Alberto laboró como ingeniero la mayor parte de su vida y su madre Estrella estudió ciencias sociales pero solo ejerció la profesión de ser maestra en su juventud. Prefirió ser madre antes que crecer su carrera profesional. 

Joaco se la pasaba día y noche jugando baloncesto con sus panas del barrio. Cuando no estaba jugando al basket lo podías encontrar molestando a su única hermana, Rocío. A ella, a diferencia de él, le encantaba hablar y tenía el talento de marearte solo con su tren de palabras emitidas con un tono agudo y punzante. De niño la relación con Rocío fue de hermano mayor y charlatán, haciéndole broma tras broma y de vez en cuando sacándole lagrimas con ellas. Con todo y eso Rocío lo adoraba, su admiración por su hermano mayor iba más allá que cualquier broma fastidiosa que Joaco pudiese inventarse. En una fiesta en casa de su abuela Lydia, Joaco estaba correteando a Rocío y en un abrir y cerrar de ojos, ella se cae y su frente choca con el filo de la losa en la pared marcándola de por vida con la insignia del hermano charlatán. Eso ella nunca lo olvidará.

El juego de baloncesto era para Joaco su deporte favorito. Sin él saberlo era este deporte el que le brindaba el regalo de expandir su mente a un mundo de posibilidades. Él entendía que cada jugada venía con la oportunidad de poder encestar un ‘bombazo’ de tres puntos y Joaco solo practicaba para poder realizar esa posibilidad.

Cuando Joaco tenía 5 años, su madre lo dejó en casa de unas amistades que tenían tres hijos, dos varones y una fémina, Lorena. Los tres eran mayores que Joaco. Lorena era la niñera de Joaco y él la adoraba, pensaba que era la joven más linda de todo el barrio. Ese día Lorena tuvo que salir de la casa y le comenta a Joaco, “Te quedas con mis hermanos a lo que regreso.” Mientras Joaco juega con sus juguetes los hermanos lo invitan al tercer piso de la casa, Joaco sube las escaleras gritando: “¡Voy subiendo!” Al llegar al cuarto, los hermanos le dicen: “Joaco, vamos a bañarnos ¿Sí?” Joaco un poco confundido ya que él se había bañado antes de llegar, sube los hombros y se quita la ropa. En la bañera los dos hermanos con cuerpos de hombres comparados con el de Joaco, toman las manos suaves e inocentes del niño y las ponen en sus penes. Joaco no entiende lo que esta ocurriendo y piensa qué es un juego. Los hermanos le dicen: “Póntelo en la boca” a lo cual el niño Joaco responde sin objeción. Es ese instante que dormirá dentro del subconsciente de Joaco por años y el momento que lo ayudará a despertar.

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